domingo, 26 de junio de 2011

The Place Promised in Our Early Days

4:10 a.m., tan tarde que casi es temprano… no me pude resistir a la tentación de degustar otro film de Makoto Shintai, padre de “5cm por segundo”. Este director e ha ganado mi respeto y mi más profundo agradecimiento por regalarnos estas obras.
Si bien no se explicita el año se deduce que se ubica en el hoy. Con algunos detalles tecnológicos y un trasfondo político inventado que le cae como anillo al dedo, la obra nos agarra el corazón y le hace de todo, lo abraza, golpea, calienta, acelera, detiene, lo maneja a gusto y placer. Lo interesante es que todo este escenario creado para que este fin pierde importancia e incluso esta explicado a medias, dejando huecos y dejándonos saber solo lo necesario para no ser desviados del camino que el autor quiere que sigamos. Promesas que no se quieren romper, amistades fracturadas, amores truncos. Si bien no es tan puro y crudo como “5cm…” no pierde esa calidez que te esboza una sonrisa mientras se te humedecen los ojos.
En un Japón dividido, Hiroki y Takuya son dos amigos que quieren volar hasta una enorme torre que parece elevarse al infinito, la misma está en una isla del otro lado de la frontera por lo que los riesgos son altos. En eso conocen a Sayuri, una tierna chica que va a la misma escuela que ellos. Los tres prometen volar hasta esa torre que parece conectarse con otros mundos. Esa idea no esta tan errada, pero es todo lo que voy a adelantar. Como dije antes el foco está en los personajes dejando de lado las políticas, tensiones y guerras.
Luego hay un salto de tres años en los que Sayuri desaparece misteriosamente, Takuya se convierte en un exitoso investigador y Hiroki se muda a Tokio, una ciudad de 30 millones de habitantes donde se siente totalmente solo.
“The Place Promised in Our Early Days” nos cuenta que los recuerdos y los sentimientos son importantes por más que sean dolorosos y que nunca debemos olvidar, porque son parte de nuestra esencia y al mismo tiempo nos da una cachetada dejando en claro que siempre se puede volver a empezar, solo hace falta voluntad. Solamente debemos procurar no perdernos a nosotros mismos. Citando una frase del final de “The End Of Evangelion”: cualquier lugar puede ser el paraíso, siempre que se tenga el deseo de estar vivo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario